Tesoros documentales del CEDOC

Modernismo y modernidad

La historia del Palau de la Música Catalana y del Orfeó Català se escribe con documentos excepcionales: testimonios concernientes a las personalidades que estuvieron presentes en su fundación; documentos que muestran los vínculos que el Palau de la Música Catalana estableció con los compositores de la modernidad, o con célebres solistas, como Wanda Landowska y Blanche Selva; y finalmente, programas de concierto y documentos iconográficos.

Carta de Erik Satie a Antoni Nicolau

El inicio de esta carta autógrafa de Erik Satie (Honfleur, 1866- París, 1925) dice: “Debussy todavía no ha terminado su trabajo…”, en alusión a la orquestación realizada por Claude Debussy, en 1896, de las Gymnopédies 1 y 3 para piano (1888). El manuscrito de esta orquestación data de febrero de 1896. La primera audición de la obra de Debussy, finalmente tendría lugar en París el 20 de febrero de 1897. Esta carta aporta una información nueva sobre un aspecto de la colaboración entre Satie y Debussy, puesto que la correspondencia de este último no hace ninguna referencia a ella. Satie vivía en esta época en Montmartre y pertenecía a la orden de la Rose-Croix, fundada por Sâr Péladan, tal y como lo recuerdan los dos sellos rojos con una doble cruz y la inscripción “Ama JC”. Satie también menciona a Ramon Casas, pintor que durante su estancia en París igualmente había frecuentado el Moulin-de-la-Galette.

Su destinatario, el compositor catalán Antoni Nicolau (Barcelona, 1858-1933), tuvo un papel destacado en la historia de la vida musical barcelonesa. Al frente de las principales instituciones musicales −el Gran Teatre del Liceu, la Societat Catalana de Concerts, el Teatre Líric y la Escola Municipal de Música de Barcelona−, Nicolau dio a conocer fragmentos sinfónicos de las óperas de Wagner, así como las principales obras del repertorio sinfónico europeo. El Orfeó Català participó en estos conciertos y tuvo una gran influencia sobre la producción del compositor, pues Nicolau escribió para el Orfeó, durante el siglo XX, grandes obras corales inspiradas en la música popular catalana.

Wanda Landowska y el renacimiento de la música antigua

Todavía hoy, el nombre de Wanda Landowska (Varsovia, 5 de julio de 1879- Lakeville, 16 de agosto de 1959) simboliza el renacimiento de la música antigua en el siglo XX, en especial durante el centenario de la publicación de su obra, editada bajo el elocuente título de Musique ancienne: le mépris pour les anciens, la force de la sonorité, le style, l'interprétation, les virtuoses, les mécènes et la musique (1909). Después de finalizar sus estudios musicales en Varsovia (piano con J. Kleczynski y A. Michalowski) y Berlín (composición con H. Urban), Landowska llegó a París en 1900. Entonces el movimiento a favor de la música del pasado conocía una gran vitalidad gracias a las sociedades de conciertos y a proyectos editoriales como la publicación de las obras de Rameau. Con el director de la casa Pleyel, Gustave Lyon, y a partir del estudio de clavicémbalos antiguos, Landowska hizo poner a punto, en 1912, el instrumento que la acompañaría en todas sus giras mundiales. De 1913 a 1919 se dedicó a la enseñanza en Berlín. Tras la muerte accidental de su marido, Henri Lew, en 1919, impartió clases de interpretación en Basilea y Barcelona. En 1926 fundó una academia de música en Francia (Saint-Leu-la Forêt), donde formaría a diversas generaciones de clavecinistas de primera fila, como Ruggero Gerlin. Entre los años 1920-1930, estrenó las primeras grandes obras para el instrumento que la acompañaría en todas sus giras mundiales: clavicémbalo del siglo XX, el Concerto pour clavecin et cinq instruments de Manuel de Falla (5 de noviembre de 1926) y el Concert champêtre de Francis Poulenc (3 de mayo de 1929). Landowska siguió estando muy unida a la música polaca: interpretó al clavicémbalo las mazurcas de Chopin y dedicó un disco de homenaje a Paderewski en 1951.

Autógrafo de Déodat de Séverac, donación de Blanche Selva

Fiel a sus orígenes nobles en el Languedoc, Déodat de Séverac (1872-1921) estuvo muy vinculado con la Cataluña del Sur. Establecido primero en París y posteriormente en Ceret, fue amigo de Isaac Albéniz, Ricard Viñes o Manolo Hugué. Séverac había estudiado en la Schola Cantorum de París, donde fue además asistente de Isaac Albéniz cuando éste impartía clases de piano. Lideró el movimiento cultural francés a favor de la música regional y la descentralización musical y llegó a proyectar una Escuela Mediterránea de Música que debía tener como centro Barcelona, de la cual sus diferentes establecimientos se extenderían desde Marsella hasta Valencia. A su muerte, la también “scholista” Selva recuperó el viejo proyecto. Instalada en Barcelona desde octubre de 1924 hasta la guerra civil, llevó a cabo una intensa actividad pedagógica y de conciertos.

Donación de Selva es el manuscrito autógrafo de “Vers le mas en fête” de la suite para piano En Languedoc. La integral fue estrenada en la Schola Cantorum el 25 de mayo de 1905 por Ricard Viñes, a quien va dedicada la obra. El Manuscrito escrito con tinta negra, tiene a lápiz indicaciones de reparto de compases para la edición de Rouart Lerolle (1905). El nombre del compositor se añadió más adelante, también a lápiz. Conlleva tres subtítulos que indican el contenido emotivo de la música (“Par le chemin du torrent – Halte à la fontaine – Le mas en fête”). Si bien parece fruto de una natural improvisación con temas siempre renovados y de diferentes luminosidades, mantiene una fuerte unidad poética. Maestro en el arte del clair et confus, la obra de Séverac requiere un gran dominio de los pedales, en el que tanto Selva como Viñes sobresalían.

Als Catalans de Joseph Canteloube

El compositor y folklorista francés Joseph Canteloube (1879-1957), alumno de Vincent d’Indy y de Charles Bordes en la Schola Cantorum de París y amigo de Déodat de Séverac e Isaac Albéniz, además de llevar a cabo una actividad compositiva en diferentes géneros (ópera, música sinfónica, música de cámara, música coral), recopiló y publicó un extenso corpus de melodías populares. Mantuvo frecuentes contactos con el Orfeó Català por la coincidencia de sus afinidades estéticas con el ideario del Orfeó. En 1931 dedicó al Orfeó y a Lluís Millet el himno para coro mixto Als Catalans, con el texto del poeta occitano Antonin Perbòsc (1861-1944). Esta obra permaneció inédita, si bien el Orfeó había cantado, en varias ocasiones, traducidas al catalán, más de veinte canciones tradicionales de distintas regiones francesas, armonizadas por Canteloube. Asimismo, el 3 de abril de 1954, el Orfeó le dedicó un concierto monográfico en el Palau de la Música Catalana, con composiciones vocales e instrumentales.

Trío de Joaquim Malats

Joaquim Malats (1872-1912) forma parte de una destacada generación de pianistas catalanes que triunfó en Europa en el cambio de siglo. Alumno aventajado de la promoción que estudió con Juan Bautista Pujol, completó su formación en el Conservatorio de París, donde trabajó con Charles Wilfrid de Bériot y coincidió con antiguos condiscípulos, Ricard Viñes y Enrique Granados. Ganador del primer premio del Conservatorio (1893) y el Premio Diémer (1903), la etapa parisina significó su madurez como intérprete y al mismo tiempo los primeros pasos en la composición. La mayor parte de su obra permanece inédita.

Donación de la viuda Malats, este manuscrito autógrafo del Trío para piano y cuerda en Si bemol mayor está datado en 1898, año de su composición y estreno en Madrid, junto con el violinista Julio Francés y el violonchelista Luis Sarmiento. Contiene tres movimientos: “Allegro”, en forma de sonata; “Andante”, que presenta variedad de temas enlazados por pasajes modulantes, y “Vivace”, en que se aleja de la huella romántica y experimenta sonoridades. La parte destinada al piano acredita su importante peso específico como intérprete. Este Trío está dedicado a Camille Saint-Saëns, uno de los puntales del repertorio de conciertos de Malats. Ambos músicos tocaron juntos en Barcelona con un éxito arrollador (1907).

Como otros pianistas catalanes de su generación, Malats murió prematuramente. El Palau de la Música Catalana acogió su último concierto público (10 de marzo de 1910), donde presentó su caballo de batalla: Iberia de Albéniz.

Las iberias de Albéniz

Iberia es considerada una de las obras maestras – y más difíciles- de la literatura pianística. Cuando Isaac Albéniz (1860-1909) la escribió, había dejado atrás su carrera como concertista y confió su estreno a pianistas con los que trabajaba codo con codo y a los que sometió a una dura prueba; contaba en especial con Blanche Selva y Joaquim Malats.

Estos dos intérpretes legaron al Centro de Documentación del Orfeó Català los manuscritos autógrafos de cinco de las doce piezas de Iberia (“Fête de Dieu à Séville” del cuaderno 1; “Rondeña”, “Almería” y “Triana” del cuaderno 2, y “El Polo” del cuaderno 3). Sorprenderá que la numeración de las piezas sea distinta de la que se conoce (Albéniz rectificó en la segunda edición) y el título inicial de Espagne (ver la portada de “Triana”) fue cambiado antes de la primera edición. Los folios están escritos a una sola cara y la música suele ser con tinta roja (o violeta), probablemente para facilitar la lectura de los acordes cargados de notas (“en forma de racimo de uva”) y de una grafía casi puntillista. Existen muchas enmiendas de la mano de Albéniz (fragmentos tachados y papeles pegados) y en “Rondeña” encontramos igualmente correcciones de la mano de Selva. Los números en lápiz con reparto de compases y el pie con el número de plancha de la édition Mutuelle en “Triana” indican que son manuscritos empleados para preparar la edición. La dedicatoria manuscrita de “El Polo” refleja la profunda admiración que Albéniz sentía por su intérprete predilecto: “Al más querido, al único, al artista vibrante y universal, a Malats.”


Afincado en Francia, Albéniz estaba muy vinculado a la vida musical de Barcelona y al Orfeó Català. Murió un año después de la inauguración del Palau de la Música, donde a menudo se han interpretado sus obras.

Danzas españolas de Enrique Granados

Después de destacar en su promoción como alumno de Joan Baptista Pujol y Felip Pedrell, Enrique Granados (1867-1916) se trasladó a París para completar su formación. Estudió con Charles Wilfrid de Bériot, un pedagogo reflexivo y esmerado, hijo de la famosa soprano de origen español María Malibran. Su enseñanza fue decisiva en la formación de Granados como intérprete y como educador. A este afable personaje se dedica el manuscrito de la Danza núm. 9 Romántica (la dedicatoria original está tachada y posteriormente escrita de nuevo). Se trata de un manuscrito de copista en el que Granados ha añadido de su mano los últimos compases.

Las partituras y documentos originales de Granados que se conservan en la Biblioteca del Orfeó Català están dispersos en varias colecciones y legados. Entre otros, se encuentran los manuscritos de cuatro Danzas españolas de Enrique Granados: tres manuscritos de copista con anotaciones autógrafas de Granados (además de la Danza núm. 9 Romántica, la Danza núm. 7 Valenciana y la Danza núm. 8 Sardana) y una hológrafa (la Danza núm. 11). Las anotaciones en francés en la portada de la Danza núm. 7 hacen pensar que probablemente estaban destinadas a algún fallido proyecto de edición en París.

Las doce Danzas españolas se publicaron alrededor de 1890 en cuatro volúmenes, siendo el volumen 3 al que pertenece esta danza dedicada a César Cui, compositor ruso del Grupo de los Cinco a quien Granados apreciaba. Cuando la Casa Dotesio publicó la colección, nadie podía prever el alcance de su difusión; ya en vida de Granados algunas danzas fueron conocidas en todas partes y encabezaron las listas de éxitos a través de grabaciones para pianola. En la actualidad están presentes en el repertorio curricular.

Goyescas de Granados

El manuscrito hológrafo de “Epílogo” de la segunda parte de Goyescas de Enrique Granados (1867-1916) está fechado en Barcelona el 28 de diciembre de 1911. Es un bonito ejemplar encuadernado con pergamino con una cartela verde con filete dorado. En el f.1o 1r se indica a lápiz, de mano del autor: “para gravar [sic]” y “todos los títulos también en francés”. La música está escrita primero a lápiz y luego reseguida con tinta negra; hay compases tachados. En su edición, Granados dedicó esta pieza al pianista francés Alfred Cortot. Granados escribió bastantes obras inspiradas en la pintura de Francisco de Goya, pintor por el que tuvo especial devoción (las Tonadillas son un alto exponente de dicha fuente de inspiración dentro del género para voz y piano). Granados explica a Joaquim Malats: “En Goyescas he encontrado mi personalidad; me enamoré de la psicología de Goya y de su paleta.”


Vinculado al Modernismo, motor cultural de la Barcelona del cambio de siglo, Granados estuvo involucrado desde el principio en el proyecto del Orfeó Català y al Palau de la Música Catalana. La profunda amistad que le unía a Lluís Millet y Amadeu Vives, hizo que colaborara de cerca con los fundadores, en especial respecto a la implantación de una educación musical muy reflexionada y dirigida a los cantantes (Granados aspiraba a una educación cultural del músico más amplia, más ecléctica que la que ofrecía la enseñanza oficial, como se evidenció en su Academia fundada en 1901). El Palau de la Música acogió el estreno de Goyescas el día 11 de marzo de 1911.
Con Goyescas, Granados no sólo contribuyó a introducir su música en las corrientes internacionales, sino que creó una obra maestra que nunca ha dejado de formar parte del repertorio pianístico.

Librito de caprichos: cuaderno de apuntes de Granados

El éxito internacional de Enrique Granados (1867-1916) como compositor, viene precedido por su talento como intérprete. La Primera Guerra Mundial significó para Granados la frustración de proyectos prometedores en Europa, a pesar de que le permitieron desarrollar nuevos planes en los Estados Unidos. Pero cuando su proyección internacional ya parecía imparable, la fatalidad se cebó en él. A los 48 años de edad murió ahogado con su esposa en el Canal de la Mancha (el barco donde viajaba fue torpedeado por un submarino alemán) de vuelta del estreno de la ópera Goyescas en la Metropolitan Opera de Nueva York y tras haber participado en un concierto en la Casa Blanca.

Entre las partituras originales de Granados que se conservan en la Biblioteca del Orfeó Català, se encuentra un cuaderno de apuntes y una agenda con direcciones que utilizó durante su estancia en Estados Unidos. El cuaderno contiene esbozos de una pieza (Artimañas, Arlequina y consejos del hombre serio) que tenía que formar parte de un proyecto más amplio que el propio Granados bautizó como Librito de caprichos. Se trata de material inédito.

Al morir el músico, el Orfeó Català –al que Granados estaba muy unido– abrió una suscripción popular, organizó conciertos benéficos y la Revista Musical Catalana le dedicó un número especial. Las partituras y los documentos originales de Granados que se conservan en la Biblioteca del Orfeó Català llegaron en diferentes momentos: a través de la donación del propio Granados, de sus herederos o de Apel·les Mestres, colaborador y amigo íntimo del compositor, asimismo entusiasta con la labor del Orfeó Català.