Las canciones de Navidad de Joan Tomàs

Licencia CC
Liliana Tomàs
10 de noviembre de 2025

Joan Tomàs i Parés  (Barcelona 1896-1967)

Fue discípulo directo de los maestros Lluís Millet i Pagès y Francesc Pujols i Pons, y fiel a sus ideales pedagógicos, musicales y patrióticos, los difundió e impulsó a lo largo de su trayectoria profesional. En toda su vida mantuvo vínculos con el Orfeó Català y el Palau de la Música Catalana: director del coro masculino (1919-1966), maestro de la Escola Coral (1920-1966) y subdirector (1946-1966).

Asimismo fue maestro en numerosos centros escolares, como la Escola Catalana Mossèn Cinto, Escola del Mar, Escola del Bosc, Grup Escolar Baixeras, Grup Escolar Pere Vila, Escoles Blanquerna, Escoles Ribas de Rubí o Jesuïtes [de(?)] Sarrià-Sant Ignasi.

Y además fue director del Chor Infantil Mossèn Cinto, Escola Choral de Terrassa, Capella de Música del Centre Sant Lluís Gonzaga, Orfeó Centre Social de Betlem, Schola Cantorum del Seminari Conciliar de Barcelona, Orfeó L’Avenç de Esplugues de Llobregat y Orfeó Castellarenc, entre otras agrupaciones.

Desde muy joven transcribía con la mayor fidelidad las melodías que escuchaba. Poseía oído absoluto, rasgo que lo convirtió en uno de los folcloristas más importantes en la historia de la cultura popular catalana, llegando a recopilar más de diez mil melodías de canciones, danzas y músicas instrumentales por los pueblos de habla catalana. Es el único músico folclorista que trabajó para la Obra del Cançoner Popular de Catalunya desde el primer día hasta el último, realizando para la misma veintitrés misiones de investigación.

Joan Tomàs escribió unas cien composiciones propias y otras ciento treinta armonizaciones de canciones populares recopiladas por él mismo. Muchas de sus obras fueron interpretadas por el Orfeó Català y por los otros coros y orfeones que dirigía. Su música posee personalidad propia, subjetiva, con connotaciones claramente catalanas, vinculadas a la raíz tradicional.

 

Fragmento del texto de Joan Tomàs Les cançons populars nadalenques. Barcelona, 16-XII-1964

 

El acopio de canción popular navideña es muy extenso en Cataluña. Se ha publicado un número muy respetable de colecciones. Los que ya no somos jóvenes recordamos estos librillos de escasas páginas, ilustrados con un candoroso árbol de boj en la cubierta que vendían los cieguitos per pocos céntimos, con los textos de las canciones más conocidas para ser cantadas frente al pesebre. Más adelante han ido apareciendo otros volúmenes con muchas más melodías que esos primitivos librillos, publicados con letra y música. Las melodías navideñas también poseen un capítulo importante en las colecciones de canciones populares catalanas de toda clase que han ido viendo la luz más recientemente.

Nosotros, que hemos recorrido buena parte de Cataluña a la búsqueda de nuestra canción popular, podemos constatar que nuestro pueblo muestra verdadero cariño hacia las canciones navideñas, porque las canta y las vive cada año por estas fechas. En todas partes donde hemos estado se han hallado, ya fueran pocas o muchas. Si todas las que tenemos transcritas las juntásemos, alcanzaría un volumen que sobrepasaría cualquiera de los más copiosos que se han publicado.

¡Qué encanto!, ¡qué candor!, ¡qué sencillez cautivadora aflorando en nuestras inefables canciones de Navidad!, y, además, qué diversidad de temas, dentro de una misma unidad, tratan los anónimos poetas populares: la Madre de Dios y San José, los Reyes de Oriente, los pastores, las bestias, las canciones seriadas, las dirigidas a los niños… ¿Y qué puede decirse de los músicos “inventores” de las melodías? Obsérvese cómo cada una de ellas está estrechamente vinculada a su texto, como este rústico músico que ha sabido idear sus bellas tonadillas y cómo el pueblo las ha asimilado y transformado, muchas veces, en pequeñas obras de arte, creando este tesoro de variantes que constituyen la fisonomía musical de nuestro pueblo.

Hay que recordar la soberbia melodía de El cant dels ocells (tan genialmente armonizada por el maestro Lluís Millet), de la que Stravinsky afirmó que es la canción popular mejor estructurada y más emotiva que jamás hubiera escuchado, y El desembre congelat, con tanta elegancia en sus dibujos melódicos; el afectuoso Noi de la Mare, del que mossèn Cinto Verdaguer elaboró aquella poesía que de forma tan especial glosó musicalmente el maestro Nicolau, y la candorosa canción La pastora, y el gozoso y jocoso Fum, fum, fum y otras tantas y tantas...

“Casa que pesebre tiene, nunca le falta pan”, propone el refrán. Tampoco le falta aquel entusiasmo ni ilusión que elevan el espíritu y contagian una chispa de alegría al vivir de nuestros tiempos, tan estéril, tan enjuto. Pero debemos (al menos en estas fechas festivas) convertirnos todos en sencillos de corazón y pensamiento, como niños y pastores de Belén, y cantar ante el Jesusito del pesebre (aunque haya quien intente desterrarlas) nuestras incomparables y únicas canciones ancestrales, que son las de antes, las de ahora y las de siempre.