Las batutas. Un recuerdo en forma de símbolo

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14 de julio de 2025

Batuta ofrecida a Lluís Millet y Pagès por Vilafranca del Penedès. Inscripción: “A Lluís Millet, los villafranquinos”. “Admiradores del Orfeó Català en Agosto 1900

A lo largo de las décadas, numerosos objetos, entre ellos algunas batutas, fueron entregadas a Lluís Millet para recordar una fecha o como muestra de agradecimiento. Cada uno de esos objetos nos lleva a descubrir los diferentes reconocimientos recibidos por el Orfeó Català y su labor artística, que dan razón de su significado más allá del objeto en sí mismo.

En esta ocasión, se exponen tres ejemplares de batutas y cada una de ellas nos cuenta un fragmento de la historia del Orfeó.

 

El reconocimiento de la calidad artística del Orfeó Català desde diferentes pueblos catalanes

En primer lugar, la batuta que le fue obsequiada en Vilafranca del Penedès por el viaje que realizó el Orfeó el día 15 de julio de 1900. La entidad, que contaba ocho años de vida, ya se había ganado el prestigio como entidad coral y a lo largo del año visitaba y era solicitada para su actuación en muchos pueblos por toda la geografía de Cataluña. La presencia del Orfeó constituía un verdadero evento. Así lo manifestaba la publicación local de Vilafranca del Penedès «Las Cuatre Barras»: “hoy llegará en tren la importantísima sociedad coral Orfeó Català que tantos aplausos ha recogidos en sus numerosas excursiones artísticas […]. Vilafranca entera, recibirá dignamente al Orfeó Català, reinando gran entusiasmo por su presencia […] la fiesta de hoy sea considerada por los vilafranquinos como un día de fiesta y gloria”.

El reconocimiento al Orfeó Català por parte de las autoridades

 Otra batuta nos transporta al mes de octubre de 1908, cuando una batuta fue obsequiada por Alfonso XIII al maestro Lluís Millet i Pagès. Esa visita real a Cataluña queda documentada en diferentes reportajes periodísticos que relatan no solo de la visita a Barcelona, sino también a Montserrat o Terrassa. En Barcelona se efectuaron varias recepciones al monarca, quien visitó diferentes lugares, siendo el Palau de la Música uno de ellos. En esa ocasión el rey obsequió con una batuta al maestro Millet. Una imagen, con Alfonso XIII sentado en un palco del Palau, es fiel testimonio de la visita.

 La música catalana, su valor más allá de nuestras fronteras

La tercera batuta nos traslada al año 1920 y recupera el valor de la música catalana, que fue llevada a Estados Unidos gracias a Kurt Schindler. El músico, alemán de nacimiento, fue pionero en sus trabajos de campo a lo largo de los años veinte y treinta a la búsqueda de música popular. Fue siempre un gran amigo, tanto de Millet como de todos los miembros de la entidad. En Nueva York dirigió de 1909 a 1926 la Schola Catorum neoyorquina, con la que dio a conocer gran cantidad de repertorio catalán. Schindler calificaba la música catalana como poderosa, noble y repleta de delicadez y encanto.

La amistad entre Schindler y Millet y otros miembro de la Junta del Orfeó como Francesc Pujol con el que también se conserva correspondencia, se fortalizó con los años, hasta el punto que el 26 de junio de 1919 se le dedicó un concierto con motivo de su primera visita a Barcelona, y en julio de 1922 fue nombrado presidente del jurado de la IX Festa de la Música Catalana. Con motivo de la fiesta y aprovechando la presencia del maestro, se celebró tambien en homenaje y agradecimiento a Schindler un banquete en el parque de atracciones Turó Park con todos sus amigos y admiradores.