
Antoni Nicolau nació en 1858 en la calle de Portaferrissa, en Barcelona. De joven inició estudios de medicina, aunque rápidamente comprendió que la música era su vocación.
A los diecisiete años ya compuso su primera obra, Fantasia per a piano, sobre motivos de una ópera de Meyerbeer, así como la sinfonía Athalia. En 1879, tras ganar un concurso público convocado por la Diputació de Barcelona, inició una residencia en París, hasta 1886, para ampliar sus estudios musicales.
Esta estancia de siete años en París la dedicó al estudio, asistencia a conciertos y a entablar amistad con los mejores compositores coetáneos. Allí estrenó, con solo veinticuatro años, en 1882, el poema sinfónico El triomf de Venus, una obra que fue elogiada por el crítico musical del diario «La Liberté» y compositor Victorin de Joncieres, quien afirmó: “es una partitura que revela en su autor un vigoroso temperamento musical… El autorde El triomf de Venus es uno de los compositores modernos más dignos de llamar la atención del público; posee una delicadez de expresión, una propiedad en los efectos y un conocimiento tan exacto de la orquesta, que lo sitúan desde ahora en primer orden de los músicos más notables de la escuela moderna”. También en París estrenó la leyenda bretona para orquesta, solo y coro Henora y finalizó el poema sinfónico Spes, dedicado a la inauguración de la Exposición Internacional de Boston. Partituras originales que se conservan en el CEDOC.
Cabe señalar que, de retorno de París en 1886, en plena Renaixença, inició su propósito de dar a conocer las obras más destacadas de la escuela francesa aprovechando la temporada de Cuaresma del Liceu y también una vez constituida la Societat Catalana de Concerts de la que él asumió la dirección, entre 1892 i 1896, dando a conocer en Barcelona numerosas páginas de Wagner, Sinfonías de Beethoven y Mendelssohn, entre otros, por diferentes teatros de la ciudad, aunque sin olvidar las obras de compositores catalanes, como Pedrell, Albéniz, Granados, Millet... Debe destacarse también el ciclo de conciertos que llevaba su propio nombre: Conciertos Nicolau.
A partir de 1900 cultivaría en especial la música vocal, que guarda una directa relación de intenciones con la escuela nacional catalana. Entre la misma destacan composiciones con texto de Jacint Verdaguer que figuran en el repertorio del Orfeó Català a partir del cambio de siglo, como La mort de l’escolà (1900), La mare de Déu (1901), Entre flors y Divendres Sant (1902), Teresa y El noi de la mare (1903), Captant (1904), el Cicle montserratí, etc