Centenari del pelegrinatge a Roma

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28 de abril de 2025
Centenari del pelegrinatge a Roma

Saliendo de cantar en la basílica de San Juan de Letrán

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En 1925, en ocasión del Año Santo o jubileo, el Orfeó Català se propuso viajar en peregrinación a Roma, una idea de quien en ese momento era el presidente de la entidad, Joaquim Cabot, que rápidamente fue acogida con ilusión.

La ida del Orfeó a Roma, entre el 29 de abril y 9 de mayo de 1925, constituye uno de los hitos superiores en la historia del Orfeó, del que ahora precisamente se cumple un siglo. Tal y como mencionaba Millet, “esta visita es la más trascendente de todas nuestras visitas a lugares del extranjero, porque compendia, en cierto modo, el sentido, la razón de existir, el origen y la finalidad de toda nuestra obra”. La organización del viaje no fue fácil, pues debieron resolverse problemas como la estancia allí de un grupo tan numeroso y en especial la desvinculación de las peregrinaciones nacionalcatólicas promocionadas por la dictadura con una imagen y personalidad diferenciadas. Tal decisión conllevó la renuncia a las subvenciones oficiales que prestaba el gobierno dictatorial.

Los problemas para solucionar eran muchos: organización y estancia para un grupo bastante numeroso, permiso y pasaporte, coste económico y, sobre todo, descuelgue de las peregrinaciones nacional-católicas promovidas por la dictadura, ofreciendo una imagen y una personalidad diferenciadas. Decisión que comportaba, además de otros obstáculos, tener que renunciar a las subvenciones oficiales que el gobierno dictatorial ofrecía.

La actividad del presidente Joaquim Cabot, sus buenos contactos con personalidades eclesiásticas catalanas residentes en Roma y la eficacia del maestro Pujol lograron superar totas las dificultades. Como ayuda para cubrir los gastos se abrió una suscripción pública en la que aparecen los nombres más destacados de un sector de la política y de la cultura de la ciudad, como por ejemplo Raimon d’Abadal, el marqués de Alella, Josep Bertran i Musitu, Francesc Cambó, Josep M. Folch i Torres, Manuel Folguera i Duran, Josep Icart, Pere G. Maristany conde de Lavern, Francesc Matheu, Francesc Nonell, Rafael Patxot, Joan Ventosa i Calvell, etc.

La estancia en Roma supuso la actuación en diferentes lugares: San Juan de Letrán, Escuela Superior de Música Sagrada, Sala Augusteo con dos conciertos, así como también en una misa celebrada por Pío XI en la Sala de Beatificaciones del Vaticano y, por último, en una audiencia ante el Papa, en la que se interpretó La mort de l’escola El cant dels ocells. De los conciertos en el Augusteo destacó un repertorio de compositores catalanes, con obras de Millet, Mas i Serracant, Pérez Moya, Sancho Marraco, Morera, Cumellas Ribó, Samper, Nicolau, Pedrell, el padre Romeu o Lambert, entre otros, dejando en todo momento constancia de la categoría del coro.

Así lo constataba la prensa La Idea Nazionale al afirmar: «... De todas las sociedades corales que hemos oído en Roma o en el extranjero, ninguna puede sostener la confrontación con el Orteó Català, la vieja sociedad de Barcelona que, por su constitución, sus estatutos y su disciplina, hace pensar en una antigua corporación cultivadora de la música».

El viaje se calificó de éxito en todos sus aspectos. Los críticos de las principales publicaciones romanas destacaron la calidad musical de las interpretaciones de canción popular catalana, así como de las grandes obras polifónicas.

El día 10 de mayo el Orfeó regresaba a Barcelona, siendo recibido con muestras de simpatía y adhesión. Toda Cataluña se sumó a la alegría del Orfeó: corporaciones, entidades culturales y personalidades de diferentes ámbitos de la vida social reflejaron su admiración, quedando una amplia documentación de ello a través de un importante número de cartas conservadas, donde todas las entidades felicitan de forma efusiva al Orfeó.
Para corresponder a las muestras de adhesión y cordialidad que recibía, el Orfeo ofreció dos conciertos en Barcelona, ​​en el Olympia en el Palau de la Música Catalana, con los mismos programas íntegros de los conciertos dados en el Augusto de Roma.

Entre las muchas felicitaciones recibidas, destacó la de otra institución arraigada y entrañable, el F.C. Barcelona, ​​que dedicó un partido de fútbol a la entidad el 14 de junio de 1925, Barcelona-Júpiter) como homenaje del mundo del deporte. Un partido que terminó con la clausura el F.C. Barcelona y el Orfeó Català durante unos meses.