Lluís Millet i Pagès. Una vida y sus anhelos

Fechas: noviembre 2015-febrero 2016
Ubicación: Foyer del Palau
Comisaria: Marta Grassot
Textos: Lluís Millet i Loras y Marta Grassot
Soporte documental: Helena Escobar

Licencia CC

Lluís Millet i Pagès (1867-1941) nació en la villa de El Masnou el 18 de abril de 1867. Aunque su familia quería que estudiara comercio, el interés cada vez más evidente que sentía el joven Millet hacia el mundo musical hizo que esta vocación fuese tomando cada vez más terreno por delante de lo que hubieran querido los padres.

Empezó los primeros estudios musicales en el Liceu en 1880 y tres años después completó la formación con Felip Pedrell. Al mismo tiempo Lluís Millet también trabajaba vendiendo partituras en la tienda de Can Guàrdia, donde comenzó a conocer músicos como Carles G. Vidiella, Isaac Albéniz, Francisco Alió y el mismo Amadeu Vives.

Los contactos musicales que tuvo y el ambiente musical que vivió en la Barcelona de finales del siglo XIX, lo llevaron a hacer tangible y moldear sus ideales, unos ideales hechos realidad a costa de esfuerzo, entusiasmo, dedicación y mucho trabajo, todo acompañado de su carisma tan singular que le sirvió de instrumento para hacer creíble todo lo que quería construir.
És así como Lluís Millet creó el Orfeó Català, el coro que sería el espejo de su pensamiento, y que le serviría de herramienta para reflejar la profunda espiritualidad y catalanidad que quería transmitir por medio de la música. Cabe decir que el nacimiento del Orfeó es fruto de la tensión espiritual generada por la Renaixença -que despertó la conciencia de la necesidad de un arte nacional catalán-, junto con el impulso del Modernismo. Por ello promovió la investigación y la armonización de la canción popular, la recuperación del patrimonio musical del pasado e impulsó una escuela autóctona de compositores corales, al tiempo que dio a conocer en Cataluña las grandes obras universales del repertorio coral-orquestal.

Con este espíritu intensamente apasionado por la música, el Orfeó Català se convirtió en el instrumento principal para hacer de la música la mensajera de sus anhelos más profundos, unos ideales que después de su muerte, en 1941, tuvieron continuidad con el liderazgo de Francesc Pujol (1878-1945) y de su hijo Lluís Maria Millet (desde 1946 hasta 1990).